El Silvio Kossti escritor nos presenta hoy “Las tardes del Sanatorio”, obra que mereció como premio a su darwinismo -entre otras cosas pecaminosas- la condena y el odio completamente espiscopal, como le ocurrió a su amigo Ramón Acín por confundir a todo un obispo haciéndole pasar a Bakunin por santo. La idiotez se cura leyendo. Por eso se quemaron muchos libros en la historia. Aquí podéis saber de uno de esos libros proscritos por mentes pías.