Poesía

 

A la cita contigo llegaré
aunque tarde.  Recogeré 
la primavera, llegaré con el pelo gris.
La has fijado muy arriba.

 

Estos versos forman parte de un poema llamado La Cita. No fueron escritos por Sol Acín. Aún no había nacido. Están escritos por Marina Tsvetáieva en 1923. Y Sol nació en 1925.

Pero la poesía de Sol tiene un punto en común con la poeta rusa. Como apunta Isabel Rosado en su estudio sobre la poesía de Sol: 

“Su poesía representa el golpe de martillo contra una tradición literaria dominada por el punto de vista narrativo impersonal masculino y en la que el yo poético femenino intenta irrumpir. Con este yo poético, se construye un nuevo modelo de mujer poeta: aguda, con una extrema sensibilidad y desencantada con el vía crucis que supone la vida”.

Golpe suave, pero sutilmente apasionado y con firme entronque con la lírica del Siglo de Oro español. Sol publicó un sólo libro de poemas, treinta y siete en total. Se editó en Ámbito Literario. Fue Carmen Sender la que enseñó los poemas a Ana María Moix y José María Carandell, quienes presentaron al editor Víctor Pozanco los poemas. Y de ahí salió el libro.

Como bien dice Mercè Ibarz, un único libro no es mucha obra, cierto, pero puede ser toda una obra. En su caso, lo es.

Hoy conocemos otros poemas y textos de Sol –escritos alrededor de 1950- que ha conservado su amiga María Kusche y que muestran que su trayectoria poética es todavía más amplia y desconocida.

La vida de Sol y su hermana Katia -el trágico asesinato de sus padres- oscurece el valor de dos mujeres de gran sensibilidad que encontraron dos vías diferentes para comunicar sus sentimientos. Y su capacidad creativa.

Ramón Acín y Concha Monrás debían tener razón. La educación sí que sirve para algo.

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