Dibujo y Pintura
Katia comienza a dibujar de niña con su padre y a pesar de ese lapsus que trunca su vocación primera podemos observar la naturaleza expresiva de sus dibujos, que como apuntes y bocetos, dejan sus huellas en papeles sueltos y libretas.
El dibujo define su opción a dedicarse con mayor intensidad al grabado, que desde nuestro punto de vista constituye su obra mayor. Muchas de sus pinturas son ejercicios de exploración propios de su etapa de estudiante de Bellas Artes, por ello no gozan de la intensidad y singularidad que requeriría una valoración rigurosa de su obra pictórica. Sin embargo hemos seleccionado aquí por su interés y relación con los temas de sus grabados y sus pequeñas esculturas algunas de especial relevancia.
Del estudio de la obra de pintores como Matisse le seduce La Danza, óleo que ella re-interpreta con trazos lineales y monocromos, con figuras que danzan respirando el blanco de la tela. Casi todas sus pinturas son de pequeño formato y en muchas de ellas, revive algunos temas desarrollados por su padre, como El Circo, Cargadores…, haciendo de ellos un homenaje a la memoria.